No hay mejor manera de saborear los soporíferos días de verano que tumbarse/relajarse bajo una parra o un sombrajo de cañizo
Estas cubiertas o parasoles naturales de antaño han vuelto a ganar fuelle estético en los últimos años. Frente a las pérgolas bioclimáticas, nosotros preferimos “lo natural”
En su origen, los emparrados (sistemas estructurales naturales a base de palos y travesaños atados) de vid, se utilizaban para elevar dicha planta únicamente para generar sombra, y quizás, por que no, hacer mas sencillo el hecho alcanzar un sabroso racimo de uva dulce como la miel.
Por otra parte el cañizo tenían una función estructural en los edificios, ya que se utilizaba junto con el yeso en la construcción de forjados y cubiertas. El cañizo se obtenía de las cañas, típica planta de las riberas mediterráneas.
Quien no ha estado alguna vez bajo de alguno de estos dos “techos”, ciertamente es un placer ver pasar el tiempo debajo de estas maravillas, la luz de filtra a través de ellos generando atmosferas mágicas, que junto con la suave brisa, nos brindan momentos únicos, momentos que vemos la vida pasar, lenta, pausada una “slow life” de primer nivel.
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